Las primeras huellas romanas de labores agrícolas de la zona, enlazan con la localización estratégica del río Baetis (Guadalquivir), punto de partida en la elección de los terrenos a cultivar. Los romanos, como cuenta Plinio en su descripción de Hispania, eran buenos agricultores y aprovechaban la navegabilidad del río hasta el Atlántico para transportar en barcos hasta Roma cereal, vino y sobre todo aceite de oliva. En las propias fincas había
molinos donde se hacía la molienda de la aceituna y alfarerías donde se cocían las ánforas para el aceite, que terminaban en punta para ser clavadas en la arena de las playas. Se embarcaban en Cádiz y su destino era el puerto de Ostia y finalmente Roma desde donde eran distribuidas por el todo el Imperio.
Como ejemplo de la importancia del aceite de la Provincia Bética Romana, el monte Testaccio en Roma está formado por el relleno de 40 millones de ánforas de aceite, en su mayoría procedentes de nuestra región. Al Testaccio sólo se arrojaron ánforas contenedoras de aceite, de las que las procedentes de la Bética representan más del 80%. Se sabe que 1.800 años atrás hubo un asentamiento romano en Moratalla con edificaciones de distinta importancia como atestiguan los restos arqueológicos y mosaicos hoy expuestos en el Palacio de Viana de Córdoba.